Imagina que no puedes distinguir entre un mensaje escrito por una inteligencia artificial (IA) y otro escrito por una persona real. Parece una escena de ciencia ficción, pero según Chema Alonso, director de Digital en Telefónica, este nivel de realismo ya es posible, y los humanos no estamos preparados para identificarlo. En la última jornada del evento Metafuturo 2024, Alonso lanzó una advertencia: la IA ha alcanzado tal precisión que la diferencia con los humanos es casi imperceptible. ¿Qué significa esto para el futuro de la tecnología, la información y nuestra sociedad?
El aprendizaje de la IA y su similitud con el humano
Chema Alonso explica que una de las razones por las que la IA ha alcanzado niveles tan altos de realismo es su forma de aprender. Aunque es una máquina, el proceso que sigue para adquirir conocimiento tiene muchas similitudes con el aprendizaje humano. “La inteligencia artificial aprende de una manera parecida a como lo hacemos nosotros. Recibe una gran cantidad de datos, y a partir de ellos, transforma la información en patrones a través de una función matemática”, señala Alonso. Este proceso le permite a la IA captar e interpretar detalles que antes solo los humanos podían procesar.
Pero la IA no se limita a imitar la capacidad humana; su propósito va más allá: el objetivo es superar al ser humano. Según Alonso, la meta de la inteligencia artificial no es simplemente igualar nuestras habilidades, sino mejorarlas al punto de que se convierta en una herramienta con menos errores que el propio ser humano. De hecho, en varios aspectos, la IA ya ha alcanzado este objetivo, presentando un nivel de precisión y eficiencia que está revolucionando cómo trabajamos, nos comunicamos e, incluso, cómo entendemos el mundo.
IA y paridad humana: ¿hasta dónde puede llegar?
Uno de los puntos más llamativos en la exposición de Alonso fue el concepto de “paridad humana”. Esto significa que, en algunos aspectos, la IA ya tiene menos errores que la media de las personas. Alonso señala que si bien la IA no es perfecta, su precisión ha llegado a tal punto que ahora podemos confiar en ella para ciertas tareas que requieren de alta precisión. Por ejemplo, en áreas como el diagnóstico médico, la IA ha mostrado ser capaz de analizar imágenes y datos con un nivel de detalle superior al de los profesionales de la salud, reduciendo así los errores y aumentando la fiabilidad de los resultados.
Sin embargo, Alonso advierte que esta tecnología también tiene un lado oscuro. A medida que la IA se vuelve más precisa, también se hace más difícil distinguir entre lo que es creado por una máquina y lo que es obra de una persona. Esto plantea un nuevo desafío: los humanos no estamos preparados para identificar la desinformación generada por inteligencia artificial. El peligro de que una IA pueda engañarnos es cada vez más real, y esto tiene serias implicaciones en términos de seguridad y ética.
El peligro de la desinformación impulsada por IA
Uno de los riesgos más graves asociados con el uso de la inteligencia artificial es su potencial para generar información falsa o bulos de una manera que parece completamente verosímil. Alonso advirtió que esta capacidad de la IA para hacer que la información parezca real podría ser utilizada con malas intenciones. Por ejemplo, menciona que se pueden crear campañas en redes sociales diseñadas específicamente para desacreditar a personas o manipular la opinión pública.
Chema Alonso compartió una experiencia propia: en una prueba, utilizó IA para crear una campaña de desinformación contra un periodista ficticio llamado “Tistimito”. Esta campaña logró ser tan efectiva que llegó a ser tendencia en España, demostrando el poder y la verosimilitud con la que la IA puede generar contenido falso. Esta experiencia subraya la capacidad de la IA para manipular narrativas y controlar la percepción pública de una manera que no habíamos visto antes.
¿Estamos preparados para enfrentar la IA?
Con la creciente sofisticación de la IA, surge una pregunta importante: ¿estamos preparados para enfrentarnos a una tecnología que es tan buena en imitarnos que nos resulta imposible distinguirla de una persona? Según Alonso, la respuesta es un rotundo no. Los sistemas de IA actuales son tan precisos en la generación de contenido y la creación de imágenes, textos y hasta videos falsos que resultan imposibles de distinguir a simple vista. Y lo que es aún más preocupante, esta tecnología está disponible para cualquier persona con los conocimientos suficientes, lo que facilita su uso en campañas de desinformación y manipulación.
“La inteligencia artificial es tan realista que no somos capaces de detectarla. Esto nos deja en una posición vulnerable frente a los posibles abusos que se pueden cometer con ella”, advierte Alonso. La facilidad con la que una IA puede ser utilizada para crear contenido falso plantea una amenaza no solo para la seguridad individual de las personas, sino también para la democracia y el estado de derecho. Si no podemos diferenciar entre lo que es real y lo que no, se abre la puerta para que actores malintencionados exploten esta confusión y logren sus objetivos sin que nadie pueda detectarlo a tiempo.
IA en redes sociales: una herramienta de manipulación
Las redes sociales son el escenario perfecto para que la inteligencia artificial despliegue su capacidad de manipulación. Con la IA, es posible crear contenidos falsos que se vuelven virales y afectan la opinión pública en cuestión de horas. Esto tiene consecuencias especialmente peligrosas en épocas de elecciones, donde la información falsa puede influir en la toma de decisiones de millones de personas.
Para Alonso, el verdadero reto no es desarrollar sistemas de IA cada vez más avanzados, sino encontrar maneras de proteger a los usuarios de la desinformación. En la actualidad, los sistemas de verificación de datos no son lo suficientemente rápidos ni precisos como para detectar cada contenido falso generado por IA. Esto significa que necesitamos nuevas herramientas y estrategias que nos permitan proteger la integridad de la información en internet.