Imagina que en los inicios de las computadoras, cuando apenas comenzaban a conectarse entre sí, apareció un programa que podía moverse de una máquina a otra por sí solo. Este programa se llamaba Creeper y es considerado el primer virus informático de la historia. Fue creado en 1971 por Bob Thomas, un ingeniero de la empresa BBN Technologies. Su objetivo no era causar daño, sino demostrar que un programa podía moverse y replicarse en una red de computadoras.
¿Cómo funcionaba Creeper?
Creeper fue diseñado para operar en ARPANET, una red que conectaba universidades y centros de investigación en Estados Unidos, y que es considerada la precursora de Internet. Este programa estaba pensado para sistemas DEC PDP-10 que utilizaban el sistema operativo TENEX. Cuando Creeper infectaba una computadora, dejaba una copia de sí mismo y mostraba el mensaje: «I’m the creeper, catch me if you can!» (Soy la enredadera, ¡atrápame si puedes!). Luego, se trasladaba a otra máquina, eliminándose de la anterior, asegurando que solo hubiera una copia activa en la red en todo momento.
El nacimiento del primer antivirus: Reaper
Para contrarrestar a Creeper, en 1972, Ray Tomlinson, conocido por inventar el correo electrónico, desarrolló un programa llamado Reaper. Este software se movía por la red buscando instancias de Creeper y las eliminaba. Aunque tanto Creeper como Reaper eran experimentos y no tenían intenciones maliciosas, sentaron las bases para lo que hoy conocemos como virus y antivirus en el mundo de la informática.
El legado de Creeper y Reaper
La historia de Creeper y Reaper nos muestra los inicios de la ciberseguridad y cómo, desde el principio, hubo una relación entre programas que se replican y herramientas para combatirlos. Aunque Creeper no causaba daño, su existencia evidenció la necesidad de desarrollar mecanismos de protección en las redes de computadoras. Hoy en día, la ciberseguridad es una disciplina esencial para proteger nuestros sistemas y datos en un mundo cada vez más digitalizado.
Así, el viaje de Creeper a través de las primeras redes informáticas nos recuerda la importancia de la innovación y la precaución en el desarrollo tecnológico. Aunque fue un experimento inocente, su impacto perdura hasta nuestros días, subrayando la necesidad constante de proteger y asegurar nuestras interacciones digitales.